La revista ABSOLEM recoge en
el número que cierra el año —el primero en su, esperemos, larga y fructífera singladura—
un variado abanico de semblanzas del grupo de artistas (de la más diversa
índole y condición) que colaboran en la misma. Una familia de la que tengo el
honor de ser miembro.
En un mundo en que las
Humanidades parecen relegadas a un rincón polvoriento, resulta muy reconfortante
hallar personas, amigos como Ángel
Pérez Ureta (crítico de Fantasymundo), cuyo estímulo y aliento tengo muy presente a la hora escribir. Sus
palabras (artículo incluido en estas Semblanzas) me han hecho evocar momentos entrañables. El mejor halago, contar con
su amistad.
Personas apasionadas. Amantes
de la belleza, aliados en las múltiples facetas en que el arte nos envuelve cada
día, quizá náufragos en la vorágine del mundo pragmático y racional. «Rareza»
que, desde la humildad, ejemplos como ABSOLEM parecen reivindicar.