lunes, 26 de julio de 2010

TIERRAS LÚGUBRES... o el extraño caso del señor Sastre


Una vez más —y van ya muchas, se lo aseguro—, estoy en deuda con José Luis González Caballero y Rafael Díaz Santander. En esta ocasión, los directores de la editorial Valdemar rescatan una de las obras más originales del terror contemporáneo escritas en nuestro país. Aunque este libro se incluyó en la colección Tiempo Cero (hoy desaparecida) aún puede hallarse en bibliotecas. Si no, existe una edición completa a la venta (Valdemar sólo publicó el primer episodio Las noches del espíritu santo).

Como otras tantas veces, el texto me encontró a mí: al toparme con el sugerente subtítulo en la contraportada: “¿Vampiros en Madrid?”, no pude resistirme.

Hacía tiempo que no me divertía tanto. Leyendo a Alfonso Sastre uno se pregunta, ¿por qué no se divulga como merece una obra tan buena?
Magníficamente escrito, en una prosa elegante, con unos diálogos repletos de ingenio y altas dosis de humor (digno de Bierce o Valle Inclán), Las noches Lúgubres —claro homenaje al gran Cadalso—, constituyen a mi juicio, una joya de la literatura fantástica española, por desgracia, prácticamente olvidada.

La eclosión del terror en este relato crudo y realista, denota el gran talento literario de su autor. Esta singular pieza escrita allá por 1963, supone un hito insólito en nuestras letras y, afortunadamente, un referente de transgresión del que mucho hemos de aprender.
Asimismo, percibo en el escritor madrileño, no sólo un verdadero amante de lo fantástico, sino también, alguien que ha comprendido su esencia, que domina sus resortes y los maneja con maestría. Un hombre ecléctico, capaz de imbuir el miedo en un paisaje turbio y cotidiano, que no renuncia a su gusto por lo misterioso en cualquier faceta de su amplia producción.

El retrato que Sastre hace de ese Madrid lóbrego, sórdido y barriobajero, es sencillamente magistral y, en mi opinión, recuerda al mejor Baroja.

Basten estas palabras del autor para expresar su queja ante la “férula literaria” instalada en España desde tiempo inmemorial, y sirvan también para la reflexión:

“Vivimos en tierras donde los géneros están fetichizados y funcionan como compartimentos personales o, más bien, como territorios o feudos: el zapatero a tus zapatos y pare usted de contar”.

Hasta hace unas semanas, Alfonso era una remota referencia literaria. Hoy me declaro un “Sastrista” hasta la médula. Gracias maestro.

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