jueves, 23 de septiembre de 2010

LA CARA OCULTA DE W.W. JACOBS


Al igual que ocurriera con el célebre Drácula de Stoker, el cuento La pata de mono parece haber eclipsado el resto de la obra de William Wymark Jacobs. Y es que no hay antología —que se precie— de relatos de terror que no incluya esta pieza maestra del escritor inglés.

Adentrarse en las narraciones de Jacobs es un ejercicio tan recomendable como fascinante. Se trata, en mi opinión, de uno de los grandes maestros del relato breve. De estilo ágil, directo y cautivador, su manejo de la prosa resulta brillante y eficaz. La forma de abordar los registros de una mente atormentada por la obsesión, el remordimiento, las premoniciones más oscuras y el consecuente destino trágico, es absolutamente soberbia. Inocula el miedo en el lector como un veneno letal, haciéndolo además desde lo cotidiano, transformando la realidad que percibe la agitada mente del protagonista, que es, en definitiva, quien crea, cuenta o describe la situación inquietante. Ejemplos de su talento son Cuidando al prójimo o La interrupción.

Sin embargo, hubieron de pasar años para que este funcionario de correos —escritor de vocación—, fuera descubierto y comenzara a publicar en la prestigiosa revista The Strand Magazine (la misma que diera a conocer a Conan Doyle). A partir de ahí, su carrera literaria despegó, alcanzando un éxito notable. Tanto es así que llegó a ser considerado el mejor escritor de humor en lengua inglesa de su tiempo. Curiosamente esta faceta —la del humor—, permanece hoy prácticamente olvidada.

Especial mención merecen sus relatos de terror ambientados en el mar. No en vano, su padre fue administrador de un puerto y, desde pequeño, el mundo marino impregnó el alma del joven William. Cuentos como El barco desaparecido, con escenas sobrecogedoras, o Apareció por la borda, que recrea una atmósfera propia de su compatriota Hodgson, son muestra de la mejor escuela literaria que haya dado la vieja Inglaterra.

Ya lo saben. Es hora de quitar el velo y descubrir lo que se esconde tras La pata de mono. Pero ándense con cuidado. Quedan advertidos.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario