jueves, 16 de diciembre de 2010

H.P.LOVECRAFT: LOS MITOS DE CTHULHU (I)

 
A veces, la obra de un individuo en apariencia insignificante, produce tal conmoción que no sólo trasciende las barreras de su entorno más o menos cercano, sino que cambia por completo el modo de entender un campo artístico. Eso pasó con Howard Phillips Lovecraft. Después de él, el cuento de miedo nunca sería el mismo. Había nacido “el horror cósmico”. En palabras de Jacques Berguier, “Lovecraft inventó un género nuevo: el cuento materialista de terror”, una revolución comparable —si no más honda, incluso— a la provocada un siglo antes por su ilustre compatriota Edgar Allan Poe.

Sin embargo, tras la muerte de Lovecraft en 1937, éste seguía siendo un escritor desconocido y aún menos valorado (a excepción de un selecto grupo de admiradores). Dos de ellos, miembros del llamado “Círculo de Lovecraft”, serían los encargados de rescatar su obra del olvido: Donald Wandrei y August Derleth (si bien la polémica envuelve la controvertida figura de Derleth). Ambos fundaron en 1939 la revista Arkham House —en claro homenaje al solitario de Providence—, afanándose en ordenar y publicar todos sus relatos (muchos de ellos dispersos o inéditos hasta entonces).
De entre su extensa producción, destacan especialmente los cuentos pertenecientes a los llamados “Mitos de Cthulhu”. Un conjunto de historias que arranca con La ciudad sin nombre (1921) y El ceremonial (1923), y que enseguida se verán ampliadas y enriquecidas por las continuas aportaciones de los escritores del “Círculo” —Clark Ashton Smith, Robert E. Howard, Frank Belknap Long, Robert Bloch, August Derleth, Henry Kuttner o E.Hoffman Price— que añadieron nuevas ideas, dioses, ritos y libros blasfemos.
Cuando hablamos de mito, nos referimos a toda narración formada por el relato de sucesos fantásticos que, no por ser de tal naturaleza, dejan de lado la posibilidad de entremezclarse con la realidad. Ese precisamente es uno de los grandes logros de Lovecraft: hacer creíble lo increíble. Dotar de veracidad a sus historias. Crear un cuerpo narrativo tan sugerente y bien armado que parece burlar el paso del tiempo, concitando actualmente una legión de seguidores en todo el mundo.
Pero ¿cuál es el origen de esta oscura e incomparable Mitología?
En primer lugar —desde mi punto de vista—, el propio universo del autor. Soñador, erudito, pesimista, enfermizo, delicado, racista, lógico, racionalista, atormentado, idealista, materialista, entusiasta, son ingentes los análisis sobre su compleja personalidad.
Su vida sigue despertando un halo de fascinación casi tan grande como su portentoso legado literario. Ríos de tinta que han forjado un personaje rodeado de misterio y leyenda.



 

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