jueves, 11 de noviembre de 2010

LA MALDICIÓN DE HILL HOUSE

Oscura, malvada, vil, nada cuerda, lugar diabólico, enfermo y aterrador, Hill House te observa, aguarda paciente su momento. Si cruzas el umbral, nada volverá a ser como antes.

La maldición de Hill House es hoy día considerada —con toda justicia— una de las mejores novelas de horror del siglo XX. Escrita en 1959 por la norteamericana Shirley Jackson, supuso, además de un notable éxito de crítica y público, el redescubrimiento de esta auténtica maestra del terror. El influjo siniestro de este libro, años después, podemos hallarlo en autores clave como Richard Matheson (La casa infernal, 1971), o Stephen King (El resplandor, 1977).


Es sabido que los relatos sobre “casas encantadas” abundan en la literatura fantástica de todos los tiempos. Podemos mencionar, a parte de los ya citados, otros como Malpertuis, de Jean Ray, La casa evitada, de H.P. Lovecraft, o La casa deshabitada, de Charlotte Riddell.

Sin embargo, a diferencia de pretéritas tendencias, Jackson se aleja casi por completo de aspectos “góticos” y efectistas para centrarse en la psique de los personajes. La autora nos sumerge, lenta e insidiosamente, en un mundo dominado por las proyecciones mentales de los protagonistas. La narración se "sufre" en primera persona a través de la mente de Eleanor, alma de la obra. Cubiertos de una atmósfera opresiva, asistimos con angustia a las vivencias del grupo de inquilinos, incapaces de discernir el origen del mal que habita en la mansión. Este giro psicológico, dota a la historia de una fuerza perturbadora inigualable.

Intensa, emotiva y obsesiva, la sensibilidad femenina que destila resulta verdaderamente refrescante.

Concluyo con una frase entresacada del libro:
“La amenaza de lo sobrenatural estriba en que ataca el lugar en el que la mente moderna es más débil…”
 

Yo que ustedes no me acercaría...

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