jueves, 16 de diciembre de 2010

H.P.LOVECRAFT: LOS MITOS DE CTHULHU (I)

 
A veces, la obra de un individuo en apariencia insignificante, produce tal conmoción que no sólo trasciende las barreras de su entorno más o menos cercano, sino que cambia por completo el modo de entender un campo artístico. Eso pasó con Howard Phillips Lovecraft. Después de él, el cuento de miedo nunca sería el mismo. Había nacido “el horror cósmico”. En palabras de Jacques Berguier, “Lovecraft inventó un género nuevo: el cuento materialista de terror”, una revolución comparable —si no más honda, incluso— a la provocada un siglo antes por su ilustre compatriota Edgar Allan Poe.

Sin embargo, tras la muerte de Lovecraft en 1937, éste seguía siendo un escritor desconocido y aún menos valorado (a excepción de un selecto grupo de admiradores). Dos de ellos, miembros del llamado “Círculo de Lovecraft”, serían los encargados de rescatar su obra del olvido: Donald Wandrei y August Derleth (si bien la polémica envuelve la controvertida figura de Derleth). Ambos fundaron en 1939 la revista Arkham House —en claro homenaje al solitario de Providence—, afanándose en ordenar y publicar todos sus relatos (muchos de ellos dispersos o inéditos hasta entonces).
De entre su extensa producción, destacan especialmente los cuentos pertenecientes a los llamados “Mitos de Cthulhu”. Un conjunto de historias que arranca con La ciudad sin nombre (1921) y El ceremonial (1923), y que enseguida se verán ampliadas y enriquecidas por las continuas aportaciones de los escritores del “Círculo” —Clark Ashton Smith, Robert E. Howard, Frank Belknap Long, Robert Bloch, August Derleth, Henry Kuttner o E.Hoffman Price— que añadieron nuevas ideas, dioses, ritos y libros blasfemos.
Cuando hablamos de mito, nos referimos a toda narración formada por el relato de sucesos fantásticos que, no por ser de tal naturaleza, dejan de lado la posibilidad de entremezclarse con la realidad. Ese precisamente es uno de los grandes logros de Lovecraft: hacer creíble lo increíble. Dotar de veracidad a sus historias. Crear un cuerpo narrativo tan sugerente y bien armado que parece burlar el paso del tiempo, concitando actualmente una legión de seguidores en todo el mundo.
Pero ¿cuál es el origen de esta oscura e incomparable Mitología?
En primer lugar —desde mi punto de vista—, el propio universo del autor. Soñador, erudito, pesimista, enfermizo, delicado, racista, lógico, racionalista, atormentado, idealista, materialista, entusiasta, son ingentes los análisis sobre su compleja personalidad.
Su vida sigue despertando un halo de fascinación casi tan grande como su portentoso legado literario. Ríos de tinta que han forjado un personaje rodeado de misterio y leyenda.



 

viernes, 3 de diciembre de 2010

EL HÚESPED DEL RECTOR

Hace algún tiempo visité la librería Opar en Madrid. Allí conocí a Alfredo Lara, verdadero cicerón literario. A él le debo haber descubierto una de las joyas más ocultas de la ficción española, El huésped del Rector, de José Guillermo García Valdecasas.
 
Esta obra permanecía en una “discreta clandestinidad”, hasta que uno de los allegados del autor decidió enviarla al certamen de novela corta Café Iruña, logrando el primer premio por unanimidad. De este modo vio al fin la luz. Trascurría el año 1985.

Pocas veces el misterio alcanza instantes tan sublimes como lo hace en esta historia. Situada en un marco sugerente, el Colegio de España en Bolonia (en el que el propio novelista fue rector), García Valdecasas despliega un memorable duelo entre realidad y fantasía, cordura y demencia; angustiada, la razón lucha por zafarse de un terrible más allá.
 
Valiéndose de dos personajes opuestos, enfrenta al lector ante la duda y el asombro permanente. El relato atrapa y conmueve a través de un prodigioso monólogo en dos “voces” de siglos y prosas diferentes, trazadas con impecable estilo narrativo.

Al margen del rigor histórico con que recrea al rector don José María de Irazoqui, la atmósfera de la novela es magnífica: terror, crudeza, ternura, ironía, son elementos que hacen de su lectura todo un placer.

Hoy día El huésped del rector es una rareza difícil de adquirir. Su edición en Espasa Calpe (colección Austral) de 1988, lleva tiempo agotada. Ojalá sea pronto reeditada y puesta al nivel que merece. Estoy seguro de que hará las delicias de muchos amantes del género.


Así pues, señores editores, les pido humildemente que no dejen en barbecho un tesoro semejante.

Para aquellos que tengan interés, no obstante, en la librería Opar aún quedan ejemplares rescatados del olvido.

martes, 23 de noviembre de 2010

MALPERTUIS

Desde su origen, el hombre se ha hecho preguntas. Huyendo —a veces con auténtico pavor— de lo ignoto, los seres «racionales» han cavilado sobre el arcano de la existencia, imbuidos en una afanosa búsqueda de sentido, de argumentos que explicaran (siquiera parcialmente) el mundo y, sobre todo, que arrojaran alguna luz sobre el papel que el ser humano juega —si es que juega alguno, al margen de romper el equilibrio natural— en él.
 
      Quizá las primeras hipótesis brotaron del propio miedo al caos, a ese universo desconocido y tantas veces hostil. Seguramente de esta forma, sencilla, simbólica, natural, surgieron las primeras deidades: respuesta a los caprichos naturales, reflejo antropomorfo de unos seres (primates) desvalidos, espejo en que mirarse, entes tangibles a quien temer, ofrendar, maldecir o rogar.
 
      Con el trascurrir del tiempo, esta superstición atávica acabaría derivando, indefectiblemente, en culto religioso. Las religiones monoteístas, cada vez más poderosas, se erigieron en adalides de la Verdad. Como consecuencia, al optar por un Dios Único, abandonamos aquellos dioses primigenios (e inmortales) para siempre. Todo vestigio previo fue censurado. Su recuerdo se volvió una ofensa castigable. A partir de entonces, la nueva jerarquía condenó a los viejos dioses, tachando a éstos y a sus acólitos de paganos o herejes, dignos, en todo caso, de ser abolidos de la faz de la tierra.

Partiendo de esta idea, Raymond Jean Marie de Kremer —más conocido como Jean Ray— concibió su obra maestra, verdadero icono del terror del siglo XX, la sugestiva novela Malpertuis. Una historia cuajada de estilo impecable, alejada de arquetipos anglosajones, con un matiz costumbrista y aventurero delicioso. En suma, un relato intenso, profundo y estremecedor.

Nacido en Gante (Bélgica) en 1887, Jean Ray tiene el honor de ser el único europeo al que publicara en vida la legendaria revista norteamericana Weird Tales (en concreto entre 1934 y 1935). Aun hoy, sigue siendo un «mito viviente» para la intelectualidad franco belga.
 
La vida de Ray está plagada de anécdotas: supo rodearse de un halo de leyenda —que él mismo inventó— (marinero, contrabandista, descendiente de piel roja); encarcelado varias veces por estafa y abuso de confianza; editor y redactor de revistas de arte y poesía, guionista de cómics (entre ellos «Tintín»), o creador de la saga de aventuras pseudopoliciacas del detective Harry Dickson (conocido como el «Sherlock Holmes» americano).

Sus obras nada tienen que envidiar a las de británicos o norteamericanos. Una vez más, hallamos el germen de una literatura fantástica europea que nunca llegó a crecer del todo, pero que dejó una huella imborrable (Hoffmann, Meyrink, Ewers, Erckman-Chatrian o el asombroso Maurice Renard, amigo personal de Ray, son claro ejemplo de ello.)


El espanto siempre busca sus propios lugares. Sumidos en una quietud engañosa, se alzan los muros de Malpertuis. Tras ellos, un horror ancestral aguarda silencioso, agazapado. Yo que usted me mantendría lejos, si no es demasiado tarde…


 





jueves, 11 de noviembre de 2010

LA MALDICIÓN DE HILL HOUSE

Oscura, malvada, vil, nada cuerda, lugar diabólico, enfermo y aterrador, Hill House te observa, aguarda paciente su momento. Si cruzas el umbral, nada volverá a ser como antes.

La maldición de Hill House es hoy día considerada —con toda justicia— una de las mejores novelas de horror del siglo XX. Escrita en 1959 por la norteamericana Shirley Jackson, supuso, además de un notable éxito de crítica y público, el redescubrimiento de esta auténtica maestra del terror. El influjo siniestro de este libro, años después, podemos hallarlo en autores clave como Richard Matheson (La casa infernal, 1971), o Stephen King (El resplandor, 1977).


Es sabido que los relatos sobre “casas encantadas” abundan en la literatura fantástica de todos los tiempos. Podemos mencionar, a parte de los ya citados, otros como Malpertuis, de Jean Ray, La casa evitada, de H.P. Lovecraft, o La casa deshabitada, de Charlotte Riddell.

Sin embargo, a diferencia de pretéritas tendencias, Jackson se aleja casi por completo de aspectos “góticos” y efectistas para centrarse en la psique de los personajes. La autora nos sumerge, lenta e insidiosamente, en un mundo dominado por las proyecciones mentales de los protagonistas. La narración se "sufre" en primera persona a través de la mente de Eleanor, alma de la obra. Cubiertos de una atmósfera opresiva, asistimos con angustia a las vivencias del grupo de inquilinos, incapaces de discernir el origen del mal que habita en la mansión. Este giro psicológico, dota a la historia de una fuerza perturbadora inigualable.

Intensa, emotiva y obsesiva, la sensibilidad femenina que destila resulta verdaderamente refrescante.

Concluyo con una frase entresacada del libro:
“La amenaza de lo sobrenatural estriba en que ataca el lugar en el que la mente moderna es más débil…”
 

Yo que ustedes no me acercaría...

sábado, 30 de octubre de 2010

LA LEYENDA DE RICHARD MATHESON


A principios de los cincuenta del pasado siglo XX, la mítica revista Weird Tales agonizaba. Tras la muerte de Lovecraft y Robert. E Howard, el género sobrenatural parecía estancado. Repetitividad y agotamiento de ideas: estereotipos y burdas imitaciones que aburrían a los lectores.

Hasta que apareció Richard Matheson.

Su irrupción en el paisaje literario —gracias al éxito de su relato Nacido de hombre y mujer—, supuso un revulsivo para el anémico universo fantástico. Él solo se bastó para hacer “renacer” el cuento de horror y ficción.

Gracias a su impulso afloraría una nueva generación de escritores, cuyo mejor representante es, sin duda, Stephen King, verdadero admirador suyo.

Los cuentos de Matheson son como descargas. No dan tregua. Auténtico maestro del “golpe de efecto” —que domina como nadie—, conmueve, emociona y atrapa al lector. Su atmósfera inquietante se aloja sin remedio en la mente del lector. De estilo versátil y directo, ofrece diversos registros, a cual más efectivo y sorprendente.

Así, sus novelas El hombre menguante (1956) y Soy leyenda (1954), son clásicos imprescindibles del siglo XX. La vigencia de esta última en pleno siglo XXI, resulta asombrosa. De fuerza arrolladora, su lectura te atraviesa como un fogonazo. La tensión, el dramatismo y los golpes de efecto que consigue, la encumbran, sin duda alguna, como obra maestra del terror.

Por ello, (como humilde petición), a aquellos que hayan visto la versión cinematográfica del año 2007, les ruego encarecidamente, la olviden cuanto antes y degusten esta magnífica novela (dicho sea con todo respeto al espíritu del escritor norteamericano).

Richard Matheson es uno de esos escritores que marcan para siempre. Su genio y sus obras son un verdadero regalo para los aficionados al terror y la ficción. Pero busquen al original: con toda certeza no les defraudará.

martes, 19 de octubre de 2010

LOS ARCHIVOS DEL TRASGO


La vida tiene a veces curiosas paradojas. Si cito El extraño caso de Benjamin Button, seguramente la mayoría habrán visto la película o, al menos, habrán oído hablar de ella. Si menciono que está basada en un relato del escritor norteamericano Francis Scott Fizgerald, seguro que más de uno lo ha leído. Sin embargo, si hablo de Rafael Dieste, temo que una interrogante cruce el rostro del lector. Permitan (para aquéllos que no les suene), presentarles a este buen señor.

En el año 1996, la editorial Valdemar sacó a la luz una magnífica antología de literatura fantástica española. Ávido por descubrir autores patrios, me lancé a su lectura. Aquel libro iluminó mi horizonte literario. Auténticos tesoros de nuestras letras en clave fantástica. Toda una joya, créanme. Entre el excelso cuadro de maestros figuraba Rafael Dieste.

Componente de la generación del 27 —coincidió entre otros con Pedro Salinas, Luis Cernuda o María Zambrano—, cultivó todo tipo de géneros literarios (poesía, ensayo, artículos periodísticos, cuentos). No obstante, su gran vocación fue el teatro. En 1935 viajó por Europa, participando activamente en actos de la alianza de escritores antifascistas. De vuelta, llegó a ser director del teatro español en Madrid y fundador de la revista Hora de España. Acabada la guerra, se ve abocado al exilio, primero en Buenos Aires y después en Inglaterra y Méjico. Finalmente, en 1961 regresa a España.

Rastreando entre sus libros hallé el sorprendente De los archivos del trasgo, recopilación de cuentos en la más pura tradición oral gallega (como Pardo Bazán o Fernández Flórez). Son relatos contados a un público que está presente, escuchando atentamente al narrador. Historias imbuidas en la vida cotidiana de Rianxo, su pueblo natal. Destilan belleza, sencillez y precisión. Con lenguaje poético, Dieste nos sitúa en la difusa frontera entre lo real y lo imaginario, de modo que el lector queda atrapado en la incertidumbre. Sugiere con una enorme fuerza evocadora, salpicando sus narraciones con toques de humor.

Al hilo de "Benjamin Button", uno de los cuentos de Dieste incluidos en el volúmen citado, El niño suicida, desarrolla justamente la misma idea que Scott Fizgeral, pero, a diferencia de éste y de su adaptación al celuloide, resulta infinitamente más creíble, más sincero y más hondo. Su final, no por conocido (a tenor del título), resulta menos impactante.

Paradojas, así es la vida.

martes, 5 de octubre de 2010

E.F. BENSON, EL MODERNO CUENTO DE FANTASMAS

Heredero de la “ghost story” (cuya senda iniciara el irlandés Joseph Sheridan Le Fanu), Edward Frederic Benson comparte, junto a su amigo M.R. James, un lugar privilegiado en el elenco de grandes maestros del relato espectral.

Ambos pertenecieron a la Chitchat Society de Cambridge, que tenía sus reuniones la noche de los sábados. Precisamente en uno de aquellos encuentros, el 28 de octubre de 1893, tuvo lugar un hecho histórico. Ese día, el doctor James leyó sus dos primeros cuentos de terror ante un selecto auditorio. Benson estaba entre ellos. La chispa prendió en el joven Edward. Desde entonces, decidió seguir los pasos del maestro.

En este sentido, su aportación clave al género es la concepción “moderna” del cuento de terror. Lejos de ruinas, castillos, pasadizos y mazmorras —tan propias del mundo gótico—, Benson aborda el miedo a lo desconocido inserto en la vida cotidiana. De forma magistral, ahonda en parcelas profundas y oscuras de la psique humana. Ejemplos de ello son los fenómenos ocultos o el mundo de los sueños. Sus relatos La habitación de la torre, El rostro o Alfred Wadham el ahorcado, están plagados de ideas originales: la inserción de “atmósferas psíquicas”, los límites difusos entre sueño y realidad, o el dinamismo onírico (las pesadillas no son estáticas; el tiempo transcurre en ellas. La gente envejece y los paisajes cambian).


Las historias de Benson se leen con sumo placer. La fuerza visual de sus relatos, el dominio del lenguaje, preciso y fluido —salpicado de bellas descripciones de la naturaleza—, conforman una producción exquisita, solamente empañada por la repetición en la estructura de algunos relatos que merman su efecto y los hacen previsibles.

Por último, cabe destacar otro aspecto sorprendente: la aparición de precedentes del Horror Cósmico Lovecraftiano en su obra. Así, en Negotium perambulans, nos sumergen en un pueblo marino que recuerda a Innsmouth, con el sugerente John Evans, pintor del más allá, y la entidad amorfa que acecha en la oscuridad. Por otra parte, en Y ningún pájaro canta encontramos todos los ingredientes típicos de Los Mitos de Cthulhu.

Concluyo con la frase de uno de sus personajes:

“Claro que me gusta sentir miedo…es la más absorbente de las emociones. Si tienes miedo te olvidas de todo lo demás”. (El cobrador del autobús)

martes, 28 de septiembre de 2010

PEDIDOS FÍSICOS

Lugares donde puedes conseguir "Lo que vino de las profundidades":

LIBRERÍA OPAR

C/ GOYA Nº 99, Esc. C, 2º, D
28009 (MADRID)
Tlf. 91 575 45 20
oparlibreria@yahoo.es

IMPRENTA SAMUEL
C/ GENERAL DÁVILA 2, 02630

La Roda (ALBACETE)
Tlf. 967 440 087
graficassamuel@telefonica.net


LIBRERÍA HERSO
C/Dionisio Guardiola 18
02001 ALBACETE
Tlf. 967 50 71 57
herso@herso.com

LIBRERÍA SIMÓN
C/Ave María, 1
24400 PONFERRADA, LEÓN
Tlf. 987 41 08 06

LIBRERÍA POPULAR
C/Octavio Cuartero 17
02003, ALBACETE
Tlf. 967 22 58 63
popular@futurnet.es

LIBRERÍA ELEKTRA
C/ Comandante Zorita 4
24004 LEÓN
Tlf. 987 072 132
elektraleon@gmail.com

ALMANSEÑA DEL LIBRO S. L.
Rambla de la Mancha, 36-44, local 39
02640
ALMANSA (ALBACETE)
Tlf. 967 311 099
libros_10@wanadoo.es

LIBRERÍA ZORRILLA
Plaza del Cristo, 6
24400 PONFERRADA, LEÓN
Tlf.987 41 08 05

LIBRERÍA IBROX
C/ Marqués De Murrieta, 6
26005 LOGROÑO
941 223 064
http://www.ibrox.es/


LIBRERÍA SHOGUN
C/Padilleros, 11 bajo
37002 SALAMANCA
923 215 302
http://www.shogunsalamanca.net/

NOVEDADES FENIX
Librería-Papelería-Prensa-Modelismo
C/ Marcelo Usera, 91
28026 MADRID
Tf: 91 475 74 77

¿CÓMO CONSEGUIR "LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES"?


PRESENTACIÓN de LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES en ALBACETE


El próximo jueves 14 de octubre de 2010 a las 19:30 horas, se presentará el libro LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES, Siete cuentos de terror, de Eduardo Moreno Alarcón.
El acto tendrá lugar en el Salón de Actos de la Biblioteca Pública San José de Calasanz (Ubicada en C/San José de Calasanz, 14, Albacete)


Contará con la presencia de Juan Antonio Prieto, coordinador del club de lectura "el grito".

Estais invitados, os esperamos.

www.bibliotecaspublicas.es/albacete

jueves, 23 de septiembre de 2010

LA CARA OCULTA DE W.W. JACOBS


Al igual que ocurriera con el célebre Drácula de Stoker, el cuento La pata de mono parece haber eclipsado el resto de la obra de William Wymark Jacobs. Y es que no hay antología —que se precie— de relatos de terror que no incluya esta pieza maestra del escritor inglés.

Adentrarse en las narraciones de Jacobs es un ejercicio tan recomendable como fascinante. Se trata, en mi opinión, de uno de los grandes maestros del relato breve. De estilo ágil, directo y cautivador, su manejo de la prosa resulta brillante y eficaz. La forma de abordar los registros de una mente atormentada por la obsesión, el remordimiento, las premoniciones más oscuras y el consecuente destino trágico, es absolutamente soberbia. Inocula el miedo en el lector como un veneno letal, haciéndolo además desde lo cotidiano, transformando la realidad que percibe la agitada mente del protagonista, que es, en definitiva, quien crea, cuenta o describe la situación inquietante. Ejemplos de su talento son Cuidando al prójimo o La interrupción.

Sin embargo, hubieron de pasar años para que este funcionario de correos —escritor de vocación—, fuera descubierto y comenzara a publicar en la prestigiosa revista The Strand Magazine (la misma que diera a conocer a Conan Doyle). A partir de ahí, su carrera literaria despegó, alcanzando un éxito notable. Tanto es así que llegó a ser considerado el mejor escritor de humor en lengua inglesa de su tiempo. Curiosamente esta faceta —la del humor—, permanece hoy prácticamente olvidada.

Especial mención merecen sus relatos de terror ambientados en el mar. No en vano, su padre fue administrador de un puerto y, desde pequeño, el mundo marino impregnó el alma del joven William. Cuentos como El barco desaparecido, con escenas sobrecogedoras, o Apareció por la borda, que recrea una atmósfera propia de su compatriota Hodgson, son muestra de la mejor escuela literaria que haya dado la vieja Inglaterra.

Ya lo saben. Es hora de quitar el velo y descubrir lo que se esconde tras La pata de mono. Pero ándense con cuidado. Quedan advertidos.

 

martes, 21 de septiembre de 2010

PRESENTACIÓN de LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES en La Roda

El pasado 18 de septiembre, se presentó en el auditorio de la casa de la cultura de La Roda (Albacete), el libro LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES, Siete cuentos de terror.
Fue un día lleno de emoción e intensidad. Desde aquí, gracias a todos los asistentes a este acto tan especial para mí, pues supone tanto la culminación de un largo esfuerzo, como el inicio de un camino literario que espero sea fructífero.
Vaya por delante el reconocimiento más sincero a mis compañeros de viaje: Pedro Manuel Víllora, Antonio González, Francisco Luján, Pablo Gómez, Gabriel Rodríguez, Pedro Pastor y Emma González.
Sin duda, me quedo con el cariño recibido, antes, durante y después de la presentación. Guardaré este acto en la memoria como uno de los momentos más inolvidables de mi vida.



lunes, 6 de septiembre de 2010

RETRATOS DE LO MACABRO, o el lienzo de MAUPASSANT


Uno de los casos más singulares en la historia de las letras, es el del francés Guy de Maupassant. Seguramente ningún otro escritor haya tenido padrinos más notables: nada menos que Flaubert y Zola: Realismo y Naturalismo elevados a la máxima potencia. Una combinación portentosa que, unida al talento del galo, dio como fruto una obra literaria prodigiosa (más de 300 cuentos y siete novelas).

Su guía y maestro Gustave Flaubert, embebido del romanticismo que envolvía la Europa de principios del XIX, escribió entre 1835—1839 varios cuentos en los que mostraba su fascinación por lo horrible y los aspectos más negros, crueles y aborrecibles de la existencia del hombre (la muerte, la locura, la desesperación, la embriaguez…) En su célebre ensayo El horror en la literatura, H. P. Lovecraft refiere a propósito de Flaubert: “De no ser por su tendencia marcadamente realista, podría haber sido un consumado maestro del terror”. De hecho, una frase que repetía con frecuencia al joven Guy era: “La realidad, siempre la realidad”.

Junto al creador de Madame Bovary, Maupassant aprende el valor del esfuerzo, la observación y la lucidez, así como la importancia de la documentación. Por otra parte, del Naturalismo de Émile Zola, tomará la idea de que las raíces del mal se localizan en la condición humana.

Sin embargo, la vida de Maupassant dista mucho de la disciplina y el rigor que mostró en los valores literarios. Ante todo fue un vividor —en el mejor sentido de la palabra—. Apasionado del ejercicio físico (como otros grandes, Hodgson o Robert E. Howard), y sobre todo, del sexo femenino. Amó de forma compulsiva y jamás se implicó emocionalmente. Baste decir que incluso presidió una “sociedad de chulos”. Los amores fáciles se convirtieron en su pasión favorita, siendo el origen de la sífilis que marcó el resto de su vida.

Diez años transcurrieron desde entonces hasta su muerte en 1893. Diez años en los que escribe de manera frenética, en medio de terribles sufrimientos físicos causados por la enfermedad y que lo llevarían finalmente a la locura. Las alteraciones nerviosas determinaron sin duda su visión del ser humano. El propio Lovecraft califica sus creaciones como “efusiones morbosas de un cerebro realista en estado patológico”. Y más adelante añade:”Sin embargo, poseen el más vivo interés e intensidad, y sugieren con fuerza maravillosa la inminencia de unos terrores indecibles”.

Siempre recuerdo con estremecimiento —me atrevo a decir placentero— dos pasajes de sus relatos La confesión y Moiron que, para mí, alcanzan la cima del cuento de carácter macabro o espeluznante.

A veces, temo que acabe por cumplirse el vaticinio que apuntó Maupassant en un artículo titulado “Lo fantástico”, publicado en 1883, y en el que expresaba lo siguiente:

“Nuestros nietos nunca sabrán lo que era en el pasado la noche, el miedo a lo misterioso, el miedo a lo sobrenatural”


Ojalá la profecía del genio nunca se cumpla.

martes, 31 de agosto de 2010

VISITA DE TINIEBLAS


Recientemente he visitado el reino de las sombras. He aquí mi diagnóstico: El paciente «terrorífico» goza de buena salud. Así me lo parece tras auscultar —más bien tentar— las tinieblas de José María Latorre.

Esta novela, que prende en el lector de inmediato, está salpicada de agudos comentarios que acentúan su vitalidad narrativa e incitan a pensar. He aquí un ejemplo: “La vida no es para ser contemplada, sino para participar en ella”.

Bien estructurado, aunque por instantes pueda parecer teñido de arquetipos, destila siempre sencillez, nunca artificialidad. Pretende ser lo que es, y eso ayuda a hacerlo más creíble. Latorre nos zambulle en un universo opresivo muy bien construido. La intensidad se mantiene en todo momento. Destaca el personaje del padre, cuyas cartas están escritas de modo magistral. Sin embargo, creo que tendría más fuerza si el protagonista, —el joven Gonzalo— no diera la impresión de mantener siempre el control de sí mismo. Chirría un poco “tanta sangre fría”, y no tanto en lo que cuenta, sino en sus acciones, que pueden resultar a veces algo incongruentes frente a su estado emocional.

Aun así, el relato alcanza momentos muy notables. Por su lenguaje depurado —tendente en ocasiones al barroquismo lovecraftiano— parece escrito en una época pretérita, siguiendo el estilo de los grandes clásicos góticos (no en vano, la exuberante Lucilla de Latorre parece una evocación de la atractiva Carmilla de Le Fanu).

Si José María fuera anglosajón y hubiera escrito a principios del XX, a buen seguro el propio Howard Phillips Lovecraft hubiera alabado su capacidad para generar atmósferas angustiosas y mantener la tensión hasta el final.

Pero Latorre, zaragozano nacido en 1945, nos recuerda que en nuestro país, este género apasionante —el género de la ficción terrorífica— tiene un brillante presente gracias a talentos como el suyo.

 


jueves, 19 de agosto de 2010

BÉCQUER, Poeta de lo fantástico

En pocos escritores puede paladearse un lenguaje tan bello y sublime. El alma del poeta sevillano, impregnada de lirismo, nos ofrece una prosa que conmueve, sugiere y transporta.

Gustavo Adolfo Bécquer, símbolo del romanticismo —tardío— hispano del siglo XIX, se erige, con su bellísima obra, en una de las grandes figuras de la literatura universal.

Heredero de la tradición gótica, cuyas huellas conducen a Hoffman, Scott, Poe, Espronceda o Víctor Hugo, sus LEYENDAS suponen la elevación del género fantástico español a cotas nunca antes alcanzadas y, asimismo, un profundo influjo en escritores posteriores, algunos de honda raíz realista como el propio Vicente Blasco Ibáñez. (Con toda justicia, la editorial Valdemar prepara un volumen suyo en la colección gótica).

A pesar de su corta vida —tan sólo 34 años—, hecho que acentúa el halo trágico de todo escritor romántico, nos dejó un legado literario prodigioso.

Nadie como él ha sabido expresar con tanta precisión y dulzura los mil matices de la música, los rumores de la naturaleza, los contrastes de luz. A través de sus descripciones podemos ver, sentir, tocar, escuchar. Partiendo de tradiciones, lugares y paisajes reales, logra transformar la realidad hasta convertirla, bajo un prisma siempre poético, en un universo mágico, onírico, sobrenatural o siniestro.

Soterrado bajo el peso literario de alemanes, británicos, norteamericanos o franceses, y eclipsadas en gran parte por su genial producción poética recogida en las Rimas, surge un fabuloso tesoro: las LEYENDAS, que, imperecederas, parecen no haber perdido ni un ápice de vigencia, bien al contrario, ganar vigor con el paso del tiempo.

En suma, un majar que hará las delicias de cualquier lector en busca de una pasión literaria.
La mesa está servida; el menú variado y exquisito. No olviden degustar cada bocado. ¡Bon appétit!

lunes, 26 de julio de 2010

PRESENTACIÓN

La presentación del libro LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES, siete cuentos de terror de Eduardo Moreno Alarcón, tendrá lugar el próximo día 18 de Septiembre a las 20.00 horas en el Auditorio de la Casa de la Cultura de La Roda, Albacete. Contará con la presencia de Francisco Luján Serrano, licenciado en filología hispánica y profesor de lengua y literatura en Madrid, que analizará la obra y su inclusión en el relato de terror gótico.

TIERRAS LÚGUBRES... o el extraño caso del señor Sastre


Una vez más —y van ya muchas, se lo aseguro—, estoy en deuda con José Luis González Caballero y Rafael Díaz Santander. En esta ocasión, los directores de la editorial Valdemar rescatan una de las obras más originales del terror contemporáneo escritas en nuestro país. Aunque este libro se incluyó en la colección Tiempo Cero (hoy desaparecida) aún puede hallarse en bibliotecas. Si no, existe una edición completa a la venta (Valdemar sólo publicó el primer episodio Las noches del espíritu santo).

Como otras tantas veces, el texto me encontró a mí: al toparme con el sugerente subtítulo en la contraportada: “¿Vampiros en Madrid?”, no pude resistirme.

Hacía tiempo que no me divertía tanto. Leyendo a Alfonso Sastre uno se pregunta, ¿por qué no se divulga como merece una obra tan buena?
Magníficamente escrito, en una prosa elegante, con unos diálogos repletos de ingenio y altas dosis de humor (digno de Bierce o Valle Inclán), Las noches Lúgubres —claro homenaje al gran Cadalso—, constituyen a mi juicio, una joya de la literatura fantástica española, por desgracia, prácticamente olvidada.

La eclosión del terror en este relato crudo y realista, denota el gran talento literario de su autor. Esta singular pieza escrita allá por 1963, supone un hito insólito en nuestras letras y, afortunadamente, un referente de transgresión del que mucho hemos de aprender.
Asimismo, percibo en el escritor madrileño, no sólo un verdadero amante de lo fantástico, sino también, alguien que ha comprendido su esencia, que domina sus resortes y los maneja con maestría. Un hombre ecléctico, capaz de imbuir el miedo en un paisaje turbio y cotidiano, que no renuncia a su gusto por lo misterioso en cualquier faceta de su amplia producción.

El retrato que Sastre hace de ese Madrid lóbrego, sórdido y barriobajero, es sencillamente magistral y, en mi opinión, recuerda al mejor Baroja.

Basten estas palabras del autor para expresar su queja ante la “férula literaria” instalada en España desde tiempo inmemorial, y sirvan también para la reflexión:

“Vivimos en tierras donde los géneros están fetichizados y funcionan como compartimentos personales o, más bien, como territorios o feudos: el zapatero a tus zapatos y pare usted de contar”.

Hasta hace unas semanas, Alfonso era una remota referencia literaria. Hoy me declaro un “Sastrista” hasta la médula. Gracias maestro.

¿QUIÉN ES EDUARDO MORENO ALARCÓN?


Eduardo Moreno Alarcón (La Roda, Albacete, 1974).
Ha publicado las novelas Entrevista con el fantasma (Premium, 2015), finalista del VIII Premio de Novela Corta «Encina de Plata», La fuente de las Salamandras (Alféizar, 2017), finalista del II Certamen Alféizar de Novela, Sonata de mujer (Ojos Verdes, 2018), finalista del XXXVII Premio de Narración Corta Felipe Trigo y Apuntes del espejo (Tandaia, 2019) Premio Jerónimo de Salazar de Novela Histórica.
Premiado en los Naji Naaman Literary Prizes del Líbano (2019). Finalista del IV Premio Alféizar de Novela (2019). En 2013 ganó el II Certamen de Relatos de Terror «Sueños de Opio» y en 2012 el Tercer Premio en el Concurso de Relatos «Víctor Chamorro». Sus cuentos se reúnen en tres libros.
Colabora en medios digitales como la Revista Literaria HEBRA de Guadix (Granada). También ha publicado en los espacios culturales del periódico accitano Wadi-as y la Revista OP Machinery.
Su pieza teatral Los primeros emigrantes (Diputación de Albacete, 2017) fue incluida en la I Muestra de Teatro de Autores Locales, llevándose a escena en 2016. Durante 2017 y 2018 se representó su segunda obra, La pasión según San José.
Incluido en varias antologías de relatos: Efeméride, antología de Relatos de Ciencia Ficción Apolo 11 (Premium, 2020), Sueños de Opio (2012), Absolem (2013) y Guadix Primavera y Vino (2017).
Ha prologado el poemario Los anillos de Saturno (Rilke), la novela de ciencia-ficción El hombre tras el monstruo (Saco de Huesos) y el libro de relatos Sangre Negra (Alféizar).
Guionista en dos proyectos artísticos con la Orquesta Sinfónica de Albacete: El regalo de Silvia (estrenado en diciembre de 2018 en el Teatro Circo de Albacete) y el musical infantil El Guardafuentes, historia de un tritón (enero de 2019).
Desde marzo de 2018 coordina el club de lectura de literatura fantástica en la Casa del Libro de Albacete.

PORTADA "LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES"

Portada ilustrada por Pablo Gómez González

martes, 29 de junio de 2010

EPÍLOGO

Relato del joven marino que huyó de Fastum
“Aquel fue el último día que vi la orilla del mar. Tras esa aciaga noche, me mudé al interior, y durante mucho tiempo vagué sin rumbo, todavía conmocionado por el relato y por los hechos de los que fui testigo. Pero tuve suerte. Conocí a una mujer maravillosa, que en parte me hizo olvidar las monstruosidades que se ocultan, que acechan en las profundidades del mar, y que no dudan en visitarnos de tanto en tanto para reclamar parte de este territorio seco que, tal vez, hace eones, les perteneció.”

Pedro Pastor Sánchez

CONTRAPORTADA

Sartre creía que el infierno eran los demás. Y aunque hay días en que uno cree que no le faltaba razón, sólo hay que echar un vistazo a La náusea para comprender que él mismo, ocupado en departir en el Café de Flore y en fornicar con las parisinas de la época, llevaba dentro uno bastante notable; un infierno portátil, como una voz sibilante que acechara al oído con cierta frecuencia para recordarnos quiénes somos.
Sólo así puede entenderse la prosa atormentada de Poe o de Lovecraft, que parece haber sido destilada gota a gota, como si hubieran llevado a ebullición sus almas para hacerlas pasar por un alambique y separar la cordura y la bondad del viscoso licor del mal.
En esa tradición beben los cuentos de Eduardo Moreno, compartiendo ese licor malévolo en un macabro ritual. Sus personajes no tienen salvación posible; aunque sus cuerpos sigan en este mundo, sus almas pertenecen ya al otro, o quizás a ninguno. Se arrastran sin remedio hacia el abismo lastrados por un destino cruel, incapaces de olvidar lo que han hecho o presenciado, tan condenados como aquel Capitán Kurtz que Coppola vio en Conrad y que, consumido en la penumbra densa y sudorosa de la selva musitaba el nombre del horror...
Porque el horror, como la belleza, está en el ojo del que mira.

lunes, 28 de junio de 2010

ILUSTRACIONES DE "LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES"

Pablo Gómez González es el encargado de ilustrar "Lo que vino de las profundidades". A continuación, una muestra de las ilustraciones que aparecen en la obra.




PRÓLOGO

“Estos cuentos conforman un libro verdaderamente unitario. No es una mera recopilación de textos de procedencia tan diversa como puedan serlo también sus argumentos, estilos u objetivos. Esta habría sido una posibilidad, pero el autor ha preferido recopilar un ramillete de temas similares, de tal manera que el lector aprecie el rigor técnico con el que puede manejarse a la hora de crear atmósferas, historias y personajes familiares pero jamás iguales. Ha hecho bien, porque de esta manera estimula y centra una obsesión que puede encandilar tanto al amante del género en cuestión cuanto al rastreador de mundos propios. Y es evidente que Eduardo Moreno tiene un mundo propio que ama, en el que se desenvuelve con agilidad y soltura, de cuyos maestros se deja imbuir y al que sirve con tanta eficacia como pasión.

Son cuentos que exhalan un aliento gótico, el mismo que inspirase las creaciones de Radcliffe, Shelley, Lewis, Maturin, Poe, Stoker, Meyrink o Lovecraft.

Parece pedirnos que detengamos por un momento la agobiante profusión de imágenes e informaciones que nos rodea para meditar, siquiera un instante, sobre ellas.

Admiremos, pues, el regusto voluntaria e inteligentemente arcaico de unos cuentos que, pareciendo que hablan de una época pretérita, no se dirigen a otro tiempo salvo al nuestro”.


martes, 15 de junio de 2010