sábado, 26 de noviembre de 2011

EL AMIGO DE LA MUERTE

Ensombrecida por su célebre cuento terrorífico La mujer alta (Narraciones inverosímiles, 1882), El amigo de la muerte, pieza escrita en 1852 por el granadino Pedro Antonio de Alarcón —a caballo entre la novela corta y el relato largo—, parece haber quedado relegada con el paso del tiempo a un discreto segundo plano entre su amplia y variada producción.

Sin embargo, si el lector de nuestros días se acerca a la misma, hallará en sus páginas un fascinante tesoro —quizá desapercibido— de la literatura fantástica española del siglo XIX; una narración intemporal y memorable que conviene rescatar del olvido, pues sólo conociendo el pasado podremos entender nuestro presente.

El amigo de la muerte, no sólo nos ofrece una prosa rica, elegante, ágil, amena y vertiginosa, sino que supone un auténtico despliegue de talento imaginativo por parte de su autor, articulado en torno a los siguientes elementos:

1. Costumbrismo: Una historia de base real, ambientada en los inicios del siglo XVIII español, cuya acción se sitúa durante el primer reinado borbónico, figurando entre sus personajes el propio rey Felipe V. La atmósfera cortesana, las intrigas palaciegas y los secretos de familia, son descritos con maestría por Alarcón, constituyendo, en suma, un fiel retrato de época.

2. Pasión: La de una madrastra rencorosa, la de un monarca sumido en la duda, la de una oscura deidad dolida por la ingratitud, la de una pareja de enamorados, Elena y Gil, que habrán de reencontrarse en circunstancias imprevisibles, cuyo amor desafiará las propias leyes naturales —el autor pone aquí su acento más romántico—.

3. Terror: La base esencial del relato. El elemento sobrenatural es la materialización de lo inexplicable, de lo ultra terreno, cuya mera cercanía atemoriza a todo aquel que, como también sucede en La mujer alta, atisba algo vagamente perverso, oculto a sus ojos mortales, generando cierta confusión. Sirva esta frase como ejemplo:
“La joven se estremeció al ver aquella fúnebre y bella fisonomía, cual si contemplara el espectro de un difunto adorado”.


4. Ficción: En los últimos capítulos, cuando la lectura se hace más vivaz, a la espera del desenlace, la historia se reviste de un halo fantástico verdaderamente prodigioso, con imágenes dignas de los mejores maestros del género, las cuales, como ya señalé en un artículo anterior, convierten al autor de Guadix (en mi opinión) en un precursor.

5. Humor: La ironía nunca falta en los escritos de Alarcón. Salpican los capítulos guiños, confidencias o comentarios dirigidos al lector, pero siempre en su justa medida, sin exceso, consiguiendo el delicioso efecto de la narración oral.

6. Filosofía: Quizá el aspecto que más interés le da al relato. Perfectamente ensamblado con el tamiz fantástico, emana del texto una profunda reflexión acerca de la condición humana. También se funden por momentos sueño y realidad, evocando inevitablemente La vida es sueño, de Calderón de la Barca. El propio final, sorprendente y magistral, sugiere consecuencias tan interesantes como vigentes hoy en día.

Por todo ello, El amigo de la muerte es mucho más que una historia de terror; supone un regalo para todos los amantes del género, especialmente aquellos que gusten beber en los orígenes de la fantasía española, esos que, aunque no siempre notorios, nunca dejarán de sorprendernos.

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